Las fiestas navideñas se van acercando y muchos empiezan a notar ese estrés de los regalos de empresa, las cartas para entregar al Papa Noel o la preparación de las cartas para los Reyes Magos, o la creación de los correspondientes menús tanto de Navidad como de año nuevo…
Hay otro tipo de personas que estas listas las suele dejar para al final, para los días previos, pero también es verdad que durante esa época, una vez que alcanzamos la última quincena del año, los precios suelen subir como la espuma, por eso, son muchos quienes llevan tiempo preparando estas fiestas.
Me acuerdo que hubo un alto que decidí pasar Nochevieja en Berlin y, mi planteamiento, fue muy simple, contra antes pueda reservar los viajes y el hospedaje mejor, evitando así el incremento de los precios tanto del vuelo como del hotel.
Pero soy consciente que en muchas de esas ocasiones, eso no va a ser posible, porque conforme al ritmo de vida que llevamos, por muy bien preparados que andemos, siempre debemos dejar un leve margen, no a la improvisación, sino a la capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias o la nueva realidad.
Particularmente, me gusta tener casi todo preparado y bajo control, aunque soy consciente que muchas veces, eso resulta prácticamente imposible. Primero, por lo que he comentado anteriormente, pero también por la existencia de elementos exteriores que propician la imposibilidad de poder alcanzar todo.
Es cierto que un error en la planificación supone prepararse para fallar, pero, prefiero hablar de determinadas situaciones en las que perdemos dicho control y que, no siendo completamente previsibles, se nos presentan para ponernos varios retos para que podamos salir victoriosos o podamos aprender de nuestros errores.








Deja un comentario