Hace unos días atrás, saltó la noticia de la dimisión de Claudine Gay como rectora de la Universidad de Harvard.
Ciertamente, ya desde su nombramiento, que ha durado escasamente seis meses, estuvo sembrado por polémica, aquélla que tanto vende en Estados Unidos.
Claudine Gay, politóloga y profesora, se convirtió en el año 2023 la primera rectora afroamericana en los 368 años de historia de la Universidad, asumiendo dicho cargo el día 1 de Julio de 2023.
No obstante, como consecuencia de los ataques de Hamas en Israel, esta rectora ha sido acusada de no haber dado respuesta al antisemitismo dentro del campus universitario, lo que propició que el foco de la atención mediática se centrara completamente en ella hasta el punto que reaparecieron una serie de acusaciones de haber plagiado sus trabajos y varios de sus artículos.
No hace falta hacer mención de que el sector republicano le encantan y, en especial, han puesto en entredicho el sistema de nombramiento de una determinada persona para un puesto tan importante, llegándose a plantear si siempre debería hablarse de meritocracia o, si por el contrario, debe posicionarse y nombrar determinados cargos aplicándose criterios de diversidad, equidad e inclusión.
Esto me llega a afirmar que, en ocasiones, resulta más relevante seleccionar a una persona aplicando criterios DEI para intentar luchar contra el patriarcado blanco heteronormativo, lo cual, en mi modesta opinión, se trata de un error, porque lo único que vamos a conseguir es exponer a esa persona a una serie de situaciones para las que, quizá no se encuentre completamente preparada, lo que provocará que el incremento de las situaciones de acoso, además de entrar en términos que, muy probablemente, podríamos llegar a evitar. En otras palabras, con el citado nombramiento basado en unos criterios de cumplir porcentajes, ante la mínima situación adversa, expondremos a la citada persona a una situación peligrosa para ella.
Por eso entiendo más en la posición de la meritocracia para determinados cargos más que limitarnos a rellenar una serie de números para equilibrar una balance.
Ahora bien, ¿cómo protegeríamos para esos colectivos menos representativos en determinados escenarios?
La respuesta es complicada, tal vez, no sería satisfactoria para muchas personas, pero en realidad se trata de empoderar a esas personas para quienes sean ellas, con sus propios méritos, quienes concurran a los citados cargos, ésa es la única situación en la que, ante la primera adversidad, no se conviertan en víctimas de una serie de agresiones.
En el caso de la Sra. Gay, es un claro ejemplo en el que, ciertas o no, se ha utilizado su definición de «depende del contexto» como arma para empezar a cuestionarla de una manera que podría afectar la propia honorabilidad de la citada persona.
En conclusión, a mi opinión, siempre es mejor la meritocracia que ponerte en un lugar, que quizá no quieras estar, por el solo hecho de no ser el hombre heterosexual blanco.








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