Mi vida con una persona con TLP (III)

En mi serie relacionada con el TLP, en mi anterior publicación me referí a una serie de reacciones completamente desproporcionadas que una persona con TLP suele dar y, en especial, a su modo de vivir intensamente toda su vida, particularmente en cuanto a las emociones se refiere.

Tal es así que esas emociones pueden ir desde «el no quiero ni verte» hasta la propia mendicidad de atención, pasando escasamente una serie de minutos e incluso segundos entre una sensación y otra. Puede resultar complejo o difícil de entender o, incluso, incluso inexplicable, pero, en realidad es así.

Las personas que, hasta ahora, entiendo que rigen sus propios actos, normalmente ante un estímulo negativo tienden a enfadarse o a molestarse con ese hecho o esa conducta y, la duración de ello depende de varios factores: la relación con la persona involucrada, la naturaleza del incidente, las experiencias pasadas y expectativas, el estado emocional y físico en general y la propia cultura o aprendizaje social.

Tras eso y dependiendo del tipo de persona, la maduración del enfado y su expresión dependerá tanto de la persona como de la propia situación, pues no existe un tiempo estándar, pero éste, difícilmente, en función de la gravedad del hecho puede pasar de un estado a otro en cuestión de segundos.

Imaginad por un momento, que tomáis una decisión que la cierta persona con TLP malinterpreta hasta el punto de considerar que puede ser completamente lesivo para si misma o para su «yo niño» y aparece el «yo protector» y lo único que se le ocurre es amenazar con mataros por haber tomado esa decisión.

¿Como afrontar o cómo poder tomar esa decisión?

Para empezar, lo primero que se debería analizar es vuestra reacción: nerviosismo, ataque, ansiedad… Muchas veces no somos conscientes de cómo podemos reaccionar ante determinados estímulos y por mucho que podamos plantear los diferentes escenarios en nuestra cabeza, en realidad, ante determinado estímulo surgirá nuestra propia naturaleza y nos ayudará a tomar la decisión casi sin llegar a pensarlo.

Si la reacción resulta ser agresiva puedes correr el riesgo de sufrir más perjuicios que la persona que emite esa amenaza porque precisamente no resulta ser verdaderamente consciente de sus propios actos, en cuyo caso la agresividad de la supuesta víctima sería completamente irreal o infundada.

Ahora, ¿qué sucedería si ante esa amenaza nos inunda un estado de ansiedad? Poco recorrido podríamos obtener en vía judicial, siendo únicamente un añadido complicado por, como he indicado, la citada persona carece de conocimiento y de sus hechos y acciones, por lo que podría encontrarse con una aminoración o, incluso, exención de responsabilidad penal, dependiendo del tipo de delito.

Significa ello, que esa persona puede hacer lo que considere y le venga en gana? Evidentemente no, ya comenté determinadas situaciones y el abanico de síntomas que pueden tener las personas con TLP, pero, además de la terapia, el siguiente punto importante que deberemos tener en cuenta es la solicitud de ayuda y fijarnos esos determinados límites, quizá no para hacer determinadas acciones legales, pero sí para que podamos fijar esas limitaciones que, lo único que nos asegurarán, es nuestra propia protección y los nuestros, lo que sin lugar a dudas, está por encima de cualquier tipo de relación.

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Soy Xavi

Padre de Familia, Abogado, Mediador. En ocasiones, escribo, doy charlas, hago fotos y viajo. Este es mi blog completamente personal, con comentarios personales.