Si me conoces un poco habrás podido ver como este fin de semana mi salud se ha visto afectada por un ictus leve que me sucedió tras una serie de circunstancias que se quedarán en la esfera privada y que prefiero que así sea.
Pero lo que sí que me ha llevado a pararme un momento en ver, no ya las causas que provoca un ictus, que guarda relación con la circulación de la sangre, sino en los factores de riesgo que pueden llevar a ello.
Una mera consulta a mi asistente de IA me lleva a una serie de afirmaciones como factores propicios a ese ictus:
- Hipertensión arterial que puede dañar y debilitar los vasos sanguíneos, motivo por el que durante el periodo de observación el control de la tensión te parametrizan la tensión de forma constante.
- Enfermedades cardiovasculares
- Diabetes
- Altos niveles de colesterol
- Tabaquismo
- Obesidad y sedentarismo
- Dieta poco saludable
- Consumo excesivo de alcohol
- Estrés y problemas emocionales
- Factores genéticos y biológicos
Todas y cada una de ellas guardan relación con los daños que se pueden provocar en los vasos sanguíneos y la presión arterial, de ahí que debamos empezar por observar nuestras propias costumbres y tomar las medidas que sean necesarias para cuidarnos.
A modo de ejemplo, me han explicado que ictus hay determinadas formas dependiendo de su severidad y puede provocar muchas consecuencias para la salud dependiendo de la extensión del daño y la ubicación del mismo y, también, de la rapidez en que se recibe el tratamiento, motivo por el que, además de la prevención resulta necesario saber las herramientas para detectarlo lo antes posible.
¿Cuáles son las consecuencias que podemos tener?
A modo de ejemplo, las consecuencias más comunes son:
- Parálisis o debilidad muscular que suele afectar a un lado del cuerpo, lo que adquiere de nombre médico como hemiplejia o hemiparesia
- Problemas de coordinación y equilibrio, provocando dificultades tanto para caminar, mantener la bipedestación o la coordinación de movimientos.
- Problemas visuales con la pérdida parcial o total de la visión de uno o de ambos ojos, visión borrosa o doble.
- Dificultades del habla y lenguaje, siendo especialmente significativas la dificultad para hablar o entender el lenguaje (afasia), o la dificultad para articular palabras (disartria) o problemas tanto en la escritura o en la lectura.
- Problema de deglución, consistente en la dificultad para tragar alimentos y líquidos (disfagia).
- Fatiga como sería la sensación constante de cansancio incluso después de actividades ligeras o descanso adecuado.
Pero esto únicamente serían las consecuencias físicas, porque además cabe añadir las consecuencias emocionales y psicológicas (depresión, ansiedad, cambios de personalidad, estrés postraumático), sociales (aislamiento, dependencia…) o incluso económicos.
Ante esta batería, de efectos secundarios, lo que tenemos que valorar y tener en cuenta son, primordialmente, la prevención, en especial para que, en especial, intentar reducir los efectos secundarios que puede provocar.
Una dieta sana, hacer ejercicio, reducir el consumo del alcohol y no fumar son una serie de mensajes que nos vemos inundados de forma continua y que muchas veces pasan completamente desapercibidos, pero que deberíamos aplicarlos, porque como me dijo una amiga mía, “cuerpo solo tenemos uno, sino lo cuidamos nosotros nadie lo hará”
Sin embargo, esas prevenciones, en ocasiones pueden resultar ser insuficientes, porque como he indicado anteriormente, entran otras situaciones que pueden llevarnos al mismo efecto. En mi caso, escuché a mi cuerpo que me indicaba que algo no iba del todo bien, notar como se entumecían y se dormía una parte de tu cuerpo, empezando por un brazo y luego una pierna, pueden ser muchos signos, pero nada me iba a presagiar que acabaría estando varios días en el hospital por precaución.
Así que, bien es cierto que solo tenemos un cuerpo, pero es nuestra responsabilidad decidir qué es lo que hacemos con él, pero para mi, lo importante, es que en esta ocasión he sabido atender a las señales que me ha enviado, las he interpretado y, me he quedado tranquilo.
Ahora será ejercicio mío de tomar las medidas para intentar reducir esos episodios, porque al fin de cuentas, sino tenemos esa salud, somos incapaces de hacer absolutamente nada.








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