Final de vacaciones

Final de vacaciones

Hoy es Domingo 1 de septiembre y, como en mis últimos años, sobre esta fecha suelen quedar prácticamente liquidado mi periodo de vacaciones, por la sencilla razón que, profesionalmente, tengo que volver a la normalidad.

En estas vacaciones no he hecho un viaje lujoso, tampoco me he ido a la otra parte del mundo, incluso, podría decir, que con lo que adoro la playa, poco ha existido en estas tres semanas. Por no haber, no he realizado ni la mitad de cosas que tenía en mente cuando las emprendí y es que, a veces, las cosas no suelen pasar como las tienes previstas y tienes que dejar paso a las que si.

Me fui de vacaciones con tareas pendientes, con pensamientos pendientes, con tareas fijadas y marcadas, incluyendo objetivos personales. ¿Los he cumplido? Pues no, pero tampoco no me acaba de preocupar, porque al fin y al cabo, los he sustituido por otros que me han ayudado en mi crecimiento personal, que al fin de cuentas, es lo que suma para regenerarte en estas vacaciones.

Me llevo ese tiempo en familia, tan necesario y vital, hasta el punto de tener claro y ser consciente de lo que uno quiere y lo que no, quien debe formar parte de tu circulo más cerrado y quien no. En cierto modo, necesitaba ese periodo, necesitaba esa meditación en uno mismo.

Me vuelvo con ganas de volver, más que con energías renovadas, con una mentalidad mucho más renovada, más abierta y con ganas de seguir trabajando en uno mismo y, también en repensar en esos objetivos que es, a fin de cuentas, uno de los motivos por los que me levanto cada mañana.

¿Recuerdas mi último post sobre el ikigai? Si no, te dejo el enlace para que lo puedas refrescar. En él hablaba sobre los círculos de objetivos como elementos motivadores del individuo, es decir, las propias razones de ser. Plantearse una vida con una serie de objetivos e ir cumpliéndolos es una muy buena manera de desarrollarse tanto personal, como profesionalmente, aprendiendo de los propios errores y tener la fuerza para reconocerlos y la inteligencia para corregirlos.

En todo ello, después, viene la relación entre determinadas personas, las conexiones, como últimamente me viene gustando decir. Nos conectamos con muchas personas, de hecho, entiendo el ser humano como un individuo que conecta (física, psicológica o emocionalmente) y solemos establecer una serie de vínculos afectivos con varias personas.

En estas vacaciones, puedo afirmar que he reforzado varios vínculos, pero, sin duda, el que más he reforzado es el vínculo conmigo mismo, ése que, como consecuencia de una relación muy tóxica (algún día hablaré de ese tipo de relaciones) había quedado completamente demacrada afectándome en todas y cada una de las esferas del ser.

La gente habla, piensa y siente. Eso hace un triángulo en el que psicológicamente se podría trabajar y profundizar e, incluso, buscar esa palabra que más se adecue para cada una de las posibilidades, porque, afirmativamente, tenemos diferentes posibilidades entre hablar, pensar y sentir, a la que le faltaría, también, la de escuchar en sus diferentes modalidades.

Hubo una persona que, una vez, me dijo que pensar y sentir eran prácticamente incompatibles. Cierto es que cuando me lo dijo, mi respuesta se ciñó a un no estoy de acuerdo, pero como nunca me lo habían planteado, no tenía argumentos suficientes para rebatirlos, así que me he adentrado para poderlos obtener. Y puedo afirmar que, mi conclusión actual, es que no sólo no son incompatibles, sino que la gran mayoría de las personas tendemos a confundirlos de forma continua y cuando introducimos determinados temas en las conversaciones mencionamos pensamientos cuando queremos hablar de sentimientos y hablamos de sentimientos cuando, en realidad, queremos hablar de pensamientos.

Y todo esto, por un mensaje muy simple, la gran mayoría de personas no ha recibido educación emocional.

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Soy Xavi

Padre de Familia, Abogado, Mediador. En ocasiones, escribo, doy charlas, hago fotos y viajo. Este es mi blog completamente personal, con comentarios personales.