Vivimos en un tiempo en el que detenerse en los pequeños detalles supone un atropello personal, pues lo que está al orden del día resulta ser la inmediatez y la abundancia.
Ayer precisamente, en un reel de Instagram que no pude finalizar y que no pude guardarlo para después, se hablaba precisamente de ese consumismo desmedido en el que resulta ser más relevante y remarcable el hecho de leerse cuanto más libros mejor.
En ese reel que empecé a leer y que compartiré en cuanto disponga de tiempo de relax para ponerme a buscarlo, hacía referencia a esa costumbre de los tiempos modernos de primar la cantidad por encima de la calidad o, primar la cantidad antes de detenerse en observar e integrar el contenido de los citados libros que se lee. En el reel se mencionaba una serie de estudios memorísticos, los cuales perdí el detalle, y es que, cuando uno se detiene en la vida real y prima las percepciones de la vida real que dejarse llevar por lo que experimenta con el mundo virtual, puede provocar esas consecuencias.
Hasta no hace mucho, muchos de los niños nos sentábamos a una determinada hora en la televisión para poder ver el nuevo episodio de nuestra serie favorita y al día siguiente no podía evitarse comentarlo con los amigos. En la actualidad, con todos los servicios de videostreaming, esto únicamente puedes verlo en los estrenos de determinadas series que son comentadas en directo a través de las redes sociales o se reproducían en directo por las redes sociales y comentadas en esos directos… Son otras épocas, otros momentos, pero lo que sin duda se destruye, precisamente, uno de los pilares de la educación, al menos para mí, y es la paciencia.
Paciencia para conseguir lo que deseas, paciencia para entender que todo logro tiene y requiere su esfuerzo, porque en el fondo, eso es lo que implica darle validez a lo que se ha conseguido.
Estamos acabando el año y, muchos aprovechamos para hacer un determinado balance, personal, profesional, sacando nuestras propias conclusiones acerca de cómo nos ha ido el año. ¿Te sientes logrado o orgullo por haber leído más de 50 libros? De todos ellos, ¿cuantos eres capaz de recordar en su integridad o destacar alguna frase o algo aprendido de ellos?
Os acordáis de esa escena de Harry Potter y la Piedra Filosofal en la que Dudley Dursley, el primo de Harry, en el día de su cumpleaños, recrimina a su padre Vernon, que le habían regalado un regalo menos que en el año anterior. Si, eso es consentir a un menor, que no aprecia ni da ningún tipo de valor a lo obtenido, primando cantidad por encima de la calidad. Eso, precisamente es lo que hablamos en este post y lo que, venimos a reflexionar porque, en el fondo, cuando más calidad tenemos de las cosas, resulta ser más importante que la abundancia, porque si nos centramos en la abundancia, nos perderemos la calidad para frustrarnos con la mediocridad.
Espero que tengáis una feliz entrada de año y un nuevo año con un planteamiento más enfocado en unos objetivos concretos.








Deja un comentario