Cuaderno de Bitácora

Siguiendo con mis publicaciones sobre Carnaval, hoy voy a hablar sobre un acto que se suele celebrar, en mi municipio, el viernes, aunque soy consciente que en otros se suele celebrar en otra fecha.

El denominado arribo o, lo que nosotros llamamos arribo, supone la presentación a la sociedad y puesta en escena de S.M. El rey Carnestoltes, es decir, el rey/reina del Carnaval.

Este arribo supone que muchas de las entidades participantes, con una serie de carrozas adornas y con mucha gente disfrazada, van montando un séquito y van desfilando por varias calles del municipio a ritmo de música.

Aún me acuerdo de, en una entrevista radiofónica, una mujer venía a hablar sobre la devaluación del carnaval, que se había convertido en esa fiesta que enmascaraba la legitimación para hacer botellón en la calle.

Muchos de nosotros hemos sido jóvenes, algunos aún lo somos, y cierto es que algunos lo utilizan lo suficiente para coger una muy buena, pero otros prefieren disfrutar. Uno de los problemas que nos encontramos en la sociedad actual es que nos están intentando inculcar que para disfrutar y pasarlo bien es necesario la introducción en nuestros organismos tanto de sustancias psicotrópicas como de bebidas alcohólicas.

Algunas personas, debo decir, que no saben pasárselo bien sin haber consumido alguna droga y de haber bebido una cantidad sustanciosa de alcohol, lo que supone un grave problema, pues se les genera una determinada dependencia y les costará vivir situaciones completamente normales sin esa dependencia.

Por eso, muchas veces, cuando veo determinadas personas con ese vaso lleno de alcohol e intentando bailar, o otras personas que no se aguantan de pie, únicamente puedo sentir una verdadera lástima aunque, probablemente, a esa edad yo habría estado completamente igual, Quizá sea verlo completamente en perspectiva o con otros ojos, de ahí que, en esa entrevista, entonces cuestioné a la citada mujer, ahora, la empiezo a entender, pero eso no quiere decir que suponga una devaluación del Carnaval, sino que determinadas personas no saben vivirlo como, en realidad, se debe vivir éste.