Hace unos días relaté en un post de este blog lo que consistía un Trastorno Límite de la Personalidad iniciando una serie y comprometiéndome a ir publicando algún que otro ejemplo para ilustrar de cómo nos podemos sentir aquellas personas que padecemos dicha patología.
Anteriormente defensé la necesidad de que las personas sin esta patología son quienes más podemos llegar a necesitar asistir a terapia, y eso es cierto.
Tal como dije anteriormente, una persona con TLP tiene varias características (ver post anterior), pero un punto característico es que esa persona vive muy intensamente las relaciones hasta el punto de que, en ocasiones, muestra una serie de imágenes, reacciones o sensaciones completamente contradictorias y, también, desproporcionadas.
Algún psicólogo y terapeuta viene a defender que una persona con TLP se caracteriza por tener tres personalidades en su interior (el infante, el adulto protector y la persona normal). Esa teoría la defienden por que en ocasiones muestran una serie de reacciones y comportamientos de una forma infantil, motivado por su falta de apego que hayan podido tener en su desarrollo.
Cuando eso se muestra ante una persona adulta, ésta no ve dicha reacción como propia de la edad de una persona adulta y, ahí es cuando suele salir el protector que lo único que busca, de ahí su reacción desproporcionada, es proteger a su «yo» infantil. Lo peor radica cuando esa persona con TLP tiene algún hijo/hija porque cualquier tipo de persona que intente corregir a su hijo, lo ve como un tipo de ataque personal y suele saltar, como se suele decir, a la yugular.
Pero como he indicado, ese tipo de reacciones son completamente desproporcionadas y, en caso de no realizar tratamiento, puede producirse contra cualquier persona y de cualquier modo, llegando a ver y siendo testigo de no sólo amenazas de muerte con las llamadas armas blancas (cuchillos), sino también llegar a agredir de una forma física, además de, por supuesto, la verbal y ambiental.
No tengo datos de cual es el porcentaje de hombres y mujeres que pueden estar afectados por un trastorno TLP, pero sin lugar a dudas, los que no lo somos y tenemos una persona que sí, deberíamos tener un plus de protección, mas por el ambiente de terror que una persona con ese trastorno puede provocar, hasta el extremo que, resulta ser completamente incapaz de distinguir ni el espacio, ni el tiempo, ni el lugar ni las personas que puedan estar alrededor.
Quizá puede estar enfermo, pero ¿cual sería el límite de no retorno? Ese límite deberá ser importante que lo tengamos claro y así se exprese a la persona con TLP.









Replica a Mi vida con una persona con TLP (III) – Cuaderno de Bitácora Cancelar la respuesta