Cuaderno de Bitácora

Hoy es día 31 de diciembre, último día del año y ese día en el que podemos ya, hacer un análisis interno de si hemos podido cumplir los objetivos que nos marcamos a principio de año, si estamos en ello o, si por el contrario, hemos procrastinado o los hemos directamente abandonado.

Es el momento de hacer una introspección en nosotros mismos y ver si esas promesas de dejar de fumar, de ir al gimnasio, de aprender inglés, dejar de beber… las hemos cumplido o no.

También es cierto que cuando nos encontramos con esas promesas de inicio de año, debemos ir fijando metas para ir cumpliendo poco a poco las mismas, porque sino, nos acabamos olvidando y las olvidamos. Dicen que para que una rutina se consolide necesitamos que seamos constantes durante un periodo de tiempo (algunos hablan de 20 días otros de 90).

En mi opinión, cada uno tenemos nuestro propio sistema de aceptación y consolidación de nuevas rutinas, guardando relación con esa consolidación tanto la necesidad como el propio deseo. Así, si cogemos el ejemplo de dejar de fumar, no es lo mismo que una persona lo realice por su propia voluntad que otra se vea forzada a ello por cuestiones médicas y sanitarias. A esto le llamo la resistencia a la consolidación.

A mayor sea la necesidad y la fuerza de voluntad, menor resistencia nos podremos llegar a encontrar y menor tiempo vamos a necesitar para realizar esa consolidación una nueva rutina.

En mi caso, debo decir que prácticamente todos los objetivos marcados, tanto personales como profesionales, han llegado a ser cumplidos en este 2023.

Me prometí pasar más tiempo con la familia y mejorar la productividad a nivel profesional, lo que debo confirmar, a falta de una visión externa, que se ha cumplido y me llevo en este año una infinidad de buenos momentos y recuerdos que para mi los guardo.

Ese objetivo ha venido por cuanto que muchas personas me han confesado su gran lamento de no disfrutar de la familia cuando tuvieron la oportunidad, lamento que se convertía en tristeza, porque, tras todo ello, se volvían a encontrar en un punto inicial de salida pero con más edad. Muchos son los que siempre están diciendo que mañana ya juego con mi hijo/a, pero quizá ese mañana no llega o cuando llega, resulta que el hijo/la hija ya no quiere jugar con nosotros.

¿Cómo he llegado a ello?

Pues no quiero negar que la ventaja para evitar la procrastinación en este aspecto, más cuando soy consciente que el tiempo puede pasar en un abrir y cerrar de ojos y si ayer estabas celebrando tu graduación, mañana puede ser el día que estés viendo a la graduación de tu descendiente más pequeño.

La mentalidad que adopté era muy simple: ¿que me gustaría haber vivido con el pequeño si mañana ya no estuviere?

Esa idea, ese mensaje me ha llevado a tomar decisiones que, en otro momento y circunstancias, no habría podido tomarlas por el miedo a no poder cumplir con las expectativas o exigencias, incluso, las consecuencias de esa decisión tomada.

En el ámbito futbolístico se podría decir, «patadón pa’lante y a correr». Si, aún me acuerdo de esa estrategia de un partido de infantiles en la que lo que nos dijo el mister cuando jugábamos con un equipo compuesto por personas más mayores y más corpulentos. No ganamos ese partido, pero tampoco perdimos, porque suplíamos determinados defectos como la fuerza, con la velocidad y las ganas de hacer algo positivo. En esa temporada, quedamos últimos, pero el punto que les sacamos a los primeros fue celebrado como si de una Champions se tratase.

Y es que, muchas veces, el primer enemigo a nuestros objetivos somos nosotros mismos, por eso, al primero que tenemos que convencer de que tenemos que cumplir con nuestros objetivos, es, sin ningún tipo de duda, a nosotros mismos.

A todos y todas, os deseo una feliz finalización de año 2023.